Desconcierto nº 1 para teclado y fracasado (2011)
Dirección: David Espinosa
Creación e interpretación: David Espinosa y Santos Martínez
Ayudante de dirección: África Navarro
Música y sonido: Santos Martínez y David Espinosa
Imagen: Hosh
Producción: El Local y Teatre Lliure, con el soporte del I.C.U.B.-Ajuntament de Barcelona y el CONCA-Generalitat de Catalunya
Distribución: M.O.M.-El Vivero
“El trabajo en lo echado a perder”. Esta fue la primera respuesta que me dio el I Ching, libro oracular chino, al preguntarle en qué debía basar mi proyecto. En “Desconcierto nº1 para teclado y fracasado” me planteaba desarrollar algunos de los materiales escénicos que surgieron en un trabajo anterior (“Felicidad.es”), que había dejado aparcados o fueron cayéndose del resultado a medida que profundizaba en la idea de teatro virtual. Estos materiales (textos, acciones, imágenes, canciones…) apuntaban un discurso directo y básico sobre la felicidad y las cosas que hacemos para buscarla, un retrato irónico sobre nuestro comportamiento. Este punto de partida me llevó a adentrarme en la idea de rituales, en el sentido de actos o ceremonias que realizamos en busca del bienestar personal o social. Encontré una gran cantidad de estudios antropológicos sobre el rito, la religión y su conexión con lo espectacular. Pero lo que empezó a interesarme enormemente es el componente mágico de algunos de ellos, y la evolución que se ha producido en el estudio sobre lo desconocido hasta nuestros días. Casi sin darme cuenta, como “por arte de magia”, he terminado enfocando mi proyecto hacia el mundo esotérico.
En todos mis trabajos anteriores hay un elemento común, la ironía como forma de generar el discurso. Siempre aparece un tema central del que me interesa hablar y sobre este tema expreso una cuestión que pretende afirmar lo contrario. Un mecanismo que genera cierta complicidad o comicidad, pero también muchos malentendidos. Y esto es lo que me interesa realmente de este recurso, el hecho de que dependiendo del espectador, el mensaje que recibe no será A o B, sino algo en el espacio entre las dos, algo que yo como creador no puedo controlar, y que está en manos del público. Si un día de calor digo que hace frío, muchos entenderán la burla y pensarán que realmente la temperatura es muy baja, otros se extrañaran de la diferencia de mi termostato interno porque ellos están helados, e incluso unos pocos creerán que tengo toda la razón, que ellos también tienen calor. Pero quizá algunos se empiecen a preguntar por qué sienten calor o frío, y por qué yo siento lo mismo o lo contrario, y por qué resulta grotesco decir lo opuesto a lo que se piensa o incomodo sentir la diferencia. Esta es para mí la magia de la ironía.
Sin embargo en este trabajo me planteo otro tipo de recurso irónico: hablar de un tema central que en realidad se refiere a otro, un proceso metafórico que también puede dar lugar a la incomprensión, porque requiere de cierta iniciación. En este caso los no iniciados entenderán el discurso sobre la magia, las cuestiones que se pongan encima de la mesa, pero no su analogía con las artes escénicas. Y esta doble lectura codificada, similar a la que plantean los cabalistas, es lo que me interesa.
Me ha sorprendido el paralelismo entre el planteamiento de algunos libros sobre magia ritual y las artes escénicas contemporáneas. Evidentemente la raíz de ambas disciplinas era la misma, las antiguas ceremonias de caza o recolección agrícola que desembocan en fiestas y dramas, por lo que guardan en sus procedimientos muchas similitudes, tanto en los principios creativos o estéticos, como en los elementos que utilizan. Las artes ocultas mantienen sus objetivos prácticos, resolver el problema concreto de una persona o un grupo, estando muchas de ellas relacionadas con lo que hoy llamamos terapias alternativas. Sin embargo las artes escénicas han desviado su finalidad en una vertiente más intelectual, y a menudo meramente recreativa, ha habido una abstracción en sus objetivos.
Y a pesar de esta intención beneficiosa, la magia en las sociedades desarrolladas goza de muy mala reputación, consecuencia de la implantación del cristianismo primero y a continuación de la ciencia como faros del conocimiento occidental. Sin embargo cuenta con una gran cantidad de adeptos (después del sexo y el juego, las paginas de adivinos y curanderos son de las mas extendidas en Internet), cosa contraria a lo que sucede con la escena, que no cuenta con demasiados seguidores. Existen una serie de religiones “oficiales” que sí son aceptadas, y lo mismo sucede con las artes escénicas donde además de lo institucionalizado, de la industria, hay un sector menos convencional que siempre esta en tela de juicio.
Todas estas semejanzas y paradojas me han llevado a querer utilizar la magia como vehículo para hablar del arte contemporáneo en general, y de las escénicas en particular, de su ocultismo, su sectarismo, su dogmatismo, su ilusionismo, su mercantilismo, su inutilidad, su falta de autenticidad… Espero poder desvelar los secretos de la alquimia y transformar todo en una pieza de oro.
El formato de la pieza combina palabra, acción, imagen, música en vivo y movimiento, planteados por dos personas, disolviendo la expresión en un lenguaje personal que se aleja del virtuosismo y que muestra las carencias del intérprete, su fragilidad. Un lenguaje a medio camino entre la performance, el monologo teatral y el concierto. En el formato de desconcierto se abre la posibilidad de explorar una relación con el público abierta y directa, alejándonos de las convenciones teatrales, sin renunciar al uso del cuerpo ni a la transformación del espacio-tiempo de un modo escénico.
Además de ser un formato atractivo, y con un alto componente lúdico, me abre nuevas puertas en mi interés por ocupar las fronteras entre abstracción y narrativa, entre realidad y ficción, entre persona y personaje, cuerpo y voz, y me reafirma en mi discurso sobre la precariedad, la inutilidad del arte y el fracaso como motor de la creación.
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